miércoles, 8 de abril de 2009

Mundos Imposibles

Me encanta Escher y sus mundos imposibles... éste en concreto se llama "Relativity", y no se sabe si los hombrecillos suben o bajan, si vienen o van...


Puedes poner el cuadro en cualquier posición, porque todas son válidas.
Es genial este hombre. Tiene muchos más, pero éste es el que más me gusta, porque como su nombre dice todo es relativo y todo es según con el cristal que se mira...
Me tiene atrapada este cuadro . . . en una de esas escaleras.

1 comentario:

  1. Estoy tremendamente seguro que, inconscientemente, y bajo el influjo de los castillos y los múltiples y paralelos campos llenos de tulipanes, la mente de M. C. Escher ─artista holandés─ fue desarrollando una creatividad astuta, llevada al extremo de la complicación y a la complejidad de sus mundos imposibles que, por supuesto, sólo una cabeza privilegiada sería capaz de manejar como lo hizo él.
    Dicho esto, entiendo tu paroxismo Carmen, al juzgar “Relativity”. Cuando uno penetra delicadamente en esta obra, es verdad, que las formas se complementan unas a otras como espejos y parece que nos atonten y seduzcan sobremanera, como si fuéramos atraídos hasta lo más profundo de la imaginación del propio artista; quiero suponer que simplemente pretendía eso. O, ¿no crees acaso que estuviera enredado en sí mismo?, cosa que no sería de extrañar en el espacio bohemio en el que se mueven los prestigiosos, sobre todo, cuando se encierran para plantear, esbozar y plasmar alguna de sus creaciones. O quién sabe, a lo mejor Escher era así de codificado y poliforme, y su inclinación mental fuera variando según su estado de ánimo; aunque lo dudo mucho. Pero si fuera así, de ese modo, en sus trabajos está exponiendo al hombre a las eternas y consabidas preguntas, concretamente en “Relativity: ¿vamos o venimos?, ¿bajamos? o por el contrario, ¿deseamos subir? ¿ Estamos arriba? o ¿arriba no fuera ni siquiera la parte más baja todavía? ¿Retrocedemos sin saberlo? o ¿estamos avanzando creyendo intuir el desplazamiento del tiempo? ¿Y si no fuera ni una cosa ni otra, y permaneciésemos en un presente intemporal sin futuro ni pasado?
    Supongo que el atrevimiento de Escher en muchas de sus obras, detrás de las preguntas que nos propone, muestra de algún modo, y a su manera, una respuesta. Es decir, probablemente estemos encerrados en un cubomundo laberíntico donde nuestra presencia, tal vez, nunca pueda desencadenarse y salir. Ni entrar, si es que hubiéramos quedado del otro lado.

    Dichoso es abrir los ojos e inundarme de colores. Y más hoy, pues tras mi ventana el cielo es más azul que ayer, pero infinitamente inferior al que espero descubrir mañana.

    Miguel Ángel

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